domingo, 12 de marzo de 2017

Sucesos diversos de la conquista de America. SUCESO TERCERO

El conquistador Juan Ponce de León tenía un perro que integraba su hueste. Se llamaba Becerrico y el cronista Gonzalo Fernández de Oviedo cuenta que era de grande entendimiento y denuedo, y poseedor de una excepcional intuición para distinguir entre los indios mansos a quienes no agredía, de los mal intencionados o huídos con los que resultaba implacable. Los perseguía, los tomaba del brazo con sus poderosos dientes y los regresaba al lugar de donde se fugaron; si se resistían,  los mataba. 
Cierta vez, después de una batalla con los indios en que se tomaron muchos  prisioneros, un español concibió una burla cruel con una india vieja  prisionera: le entregó una carta para que la llevara a Ponce de León que acampaba a cierta distancia y, cuando partió, ordenó a Becerrico ir tras ella como si fuese una fugitiva. Cuando la vieja se vio perseguida por el  aguerrido animal,  sin perder la calma asentose en la tierra y en su lengua le decía: “Perro, señor perro, yo voy a llevar esta carta al señor gobernador…” explicándole que no se fugaba, sino que cumplía una orden, pero no era  necesaria la explicación porque Becerrico ya había captado la realidad. No sólo  la trató mansamente, sino que la acompañó hasta donde estaba Ponce de León quien, al enterarse del suceso, sancionó al autor de la burla y vista la clemencia que el perro había usado, hizo llamar a la pobre india y no quiso ser menos piadoso de lo que había sido el perro y ordenó liberarla.
Tantas batallas ganaron los españoles con la ayuda de Becerrico, que le asignaron un sueldo. Murió en su ley, en acción, de un flechazo durante un encuentro con indios caribes y su muerte fue sentida como la de un ser humano querido y admirado.

                                                                                                                         Teresa Piossek Prebisch


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